Nos habían dicho y también habíamos leído que es común que los taxistas y tuk-tuks de Asia traten de cobrarle más a los turistas, por lo que hay que saber más o menos la distancia donde hay que ir y además negociar el precio a pagar de antemano.
Así, nosotros paramos a un tuk-tuk chino, a quien le mostramos un mapa y le pedimos que nos llevara a cierto lugar, se conversó en su momento de la tarifa y partimos. Este tuk-tuk era un carrito tirado por una bicicleta, a diferencia de los carritos con motos que hay en otras partes. Tal vez este tipo de carrito tiene otro nombre y no tuk-tuk, lo desconozco, pero para efectos de este relato los llamaré así.
A los 5 segundos de haber iniciado, el chinito nos dice que estamos "muy gordas" y que debemos ir en tuk-tuks separados e instantáneamente aparece otro tuk-tuk al lado de nosotros. Le discutimos un poco, no era que estuviésemos gordas, sus ruedas no estaban bien infladas que es otra cosa (la pura verdad!). Y entonces partimos, ahora si que si, rumbo a nuestro destino. Muy simpáticos los chinitos, trataban de hablar algo en inglés y nos decían que somos muy lindas, etc.
Al poco rato de la partida, mi "chofer" le tenía cierta distancia al tuk-tuk de mi mamá (el tuk-tuk donde originalmente nos habíamos subido). Por lo que llegó un momento donde mi chofer se metió en un pasaje hacia la derecha y yo dejé de saber donde estaba mi mamá. Al principio no fue nada, pero pasaban los segundos y seguía sin verla. Por lo que le pedí al chofer que la esperemos. Al cabo de un rato apareció, en ese momento no pregunté lo que había pasado, resultó que le hicieron un cambio de chofer a mi mamá.
Así seguimos por un par de metros más y llegamos a lo que parecía un callejón solitario y sin salida. ¡Ay no! Los chinitos se detienen ahí y nos dicen que les tenemos que pagar una gran suma de dinero. No recuerdo exacto cuanto era, pero digamos que eran como 20 lucas por tuk-tuk (por andar menos de 5 minutos). Nosotros peleamos que ya habíamos acordado la tarifa, pero los chinitos nos mostraban un cartón impreso con una tarifa que básicamente decía que por subirte te cobraban eso. Yo juraba que ambos chinitos eran los choferes originales (se veían igual), entonces el nuevo chofer negaba que hayamos acordado una tarifa anteriormente.
Ambos chinitos siguieron insistiéndonos por un buen rato, a nosotras nos empezó a dar un poco de miedo, ya que claramente no estábamos donde debíamos estar, y teníamos miedo de que sacaran un cuchillo o algo similar.
Finalmente, terminamos pagando algo cerca de 10 mil pesos en total, igual sigue siendo un robo, pero al menos no tanto y salimos ilesas del tema.
Fue nuestra primera y última vez en tuk-tuk chino. De ahí en adelante nos movilizamos en taxi solicitado por el hotel y le pedíamos al mismo hotel que negociara la tarifa con ellos para no tener ningún problema de traducción entre medio.
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