Día nuevo en la isla, aún nos quedaba tiempo con las bicis así que decidimos recorrerla así. Partimos sin plan definido, pero con mapa en mano y con ganas de ver Moais. El mejor camino para esto era tomar la ruta costera, una de las dos rutas que llevan al otro extremo de la isla (aprox 24km por esa ruta)
Nuestra primera parada, antes de tomar el camino costero, fue en el Ahu Huri A Urenga, un Moai solitario en proceso de reconstrucción debido a las colonias de líquenes que se han apoderado de él. Este Moai tiene una particularidad que lo que lo diferencia de otros Moai es que tiene 2 pares de manos. La razón de esto es desconocida, hay algunas teorías, pero nadie sabe con certeza.
Continuamos en dirección a la ruta costera, el camino era bastante plano pero teníamos mucho viento en contra. Cada par de kilómetros o algunos cientos de metros nos deteníamos a observar los lugares arqueológicos que habían. Algunos más importantes que otros. Se pueden encontrar algunas formaciones de rocas volcánicas donde se hacían rituales por ejemplo que no requieren mostrar la entrada al parque ni tampoco están supervisadas por un guarda parques ni restringidas por horarios de visita. También nos topamos con animales libres: vacas y caballos pastando.
Paramos en un sitio arqueológico que mostraba las antiguas viviendas que se utilizaban para vivir en la isla llamadas Hare Paenga, o casa bote. Se caracterizaban por se bajas y tener una puerta angosta y chica, lo pueden ver en la foto, pero también se lo podrían imaginar como un iglú de paja, achatado y ancho. Debido al diseño se utilizaba más para dormir que para cualquier otra cosa ya que era imposible pararse, solo se podía circular gateando, además de tener solo unos pequeños hoyos para que entrara algo de luz.
Tenían otras muy similares para guardar a sus gallinas.
Un poco más allá, en el mismo sitio puedes encontrar una fila de Moais pero estaban todos "desmayados" boca abajo, el Ahu Akahanga. Está considerado dentro de los más importantes debido al número de moais que hay (13), pero en su mayoría solo logras ver sus espaldas. Es de los únicos "Ahus" que no han sido restaurados.
Frente a ellos también se pueden observar los "sombreros" o "pelo", que son esos bloques o cilindros rojizos que se ven al costado derecho de la foto. Se caracterizan por estar hechos de piedra volcánica roja.
Seguimos nuestro camino para parar en nuestro próxima parada arqueológica, pero el siguiente sitio estaba más alejado de los esperado. En el trayecto nos dimos cuenta que no había ningún puestos de comida o agua, ni baño y nosotras íbamos muy mal preparadas. No tengo claro hasta donde llegamos en la ruta, pero decidimos emprender camino de regreso por la falta de preparación y porque teníamos agendada una salida en snorkel para la tarde.
El viento en el camino de regreso estuvo imposible. Dábamos una vuelta a la rueda y avanzábamos dos para atrás. No estaba siendo para nada eficiente y estábamos cansadísimas, con hambre y sed. A ratos nos bajábamos de la bici para avanzar a pie. Milagrosamente pasó un camioneta que se apiadó de nosotras y nos ofreció llevarnos a la ciudad. ¡GRACIAS! No saben cuánto lo agradecimos. Pusimos las bicicletas atrás y nos subimos. En pocos minutos estábamos en la entrada de la ciudad y listas para nuestra próxima aventura.
El problema fue que era tanto el viento del día que el snorkel había sido cancelado y como la isla tiene muy mala recepción de celular no nos habían podido avisar. Nos quedamos sin plan para la tarde, pero estábamos tan cansadas que devolvimos las bicis y nos fuimos a comer y dormir siesta a la cabaña.
En la noche teníamos agendado un espectáculo: los famosos bailes pascuenses. En esta oportunidad fue con el Ballet Cultural Kari Kari. Hay otra compañía más que ofrece este tipo de show, pero nos habían recomendado fuertemente este. Te ofrecen 2 modalidades: comida + baile o solo baile. Nosotros optamos por el baile. Debes llegar temprano y hacer una cola porque al inicio del evento te pintan la cara con dibujos típicos (solo si quieres) y luego comienzan los bailes. Hacen una serie canciones y explican el contexto y significado de cada uno. Los bailarines cambian, los músicos a veces bailan y los bailarines a veces tocan, todos cantan, hay juego de luces y al final te invitan subir al escenario a bailar y tomarte fotos. La entrada costaba $15.000 por persona, no es barato, pero creo que vale la pena para que vivan parte de la cultura de la isla.
Terminado el baile nos fuimos a comer ceviche y tomar unos traguitos en un bar junto con una amiga que habíamos conocido en la isla a raíz de un taller que organizamos para un par de días más. Fue una gran manera de terminar la noche, y como habíamos dormido la siesta en la tarde estábamos como lechuga en la noche.