Vereda atestada de gente |
Nuestra última noche en Beijing la pasamos recorriendo las calles a pie. Por fin ya habíamos aprendido a ubicarnos por los alrededores. Un lugar que nos llamó mucho la atención fue la estación de trenes de Beijing. Por alguna razón que desconozco, la vereda peatonal estaba llena de personas. Me imagino que todas estaban su tren, dado que no estaban paseando si no que derechamente sentados en el piso esperando. Incluso habían vendedores ambulantes que vendían pequeños asientos plásticos para hacer más cómoda la espera.
Me pregunto si esto será algo recurrente de todas las noches o fue algo puntual de ese día. Tal vez un tren se retrasó o quizás hace demasiado calor para estar ahí dentro esperando. No lo se.
Tallarines instantáneos |
Así como lo kioskos aquí venden papas fritas, chocolates y similares, allá vendían tallarines instantáneos. Comida más rápida que esta es difícil de conseguir. Ahí mismo te proporcionaban el agua caliente para prepararlos. La variedad de marcas y sabores es muchísima más grande que la que se puede encontrar en Chile, por supuesto.
Cruzando un paso sobre nivel. Calle frente a la estación de trenes |
Gente durmiendo en la calle |
En la entrada de la avenida del emperador Qian Men. |
Nueva York no es la única ciudad que no duerme. Era tarde y aun así podíamos encontrar muchísima gente caminando por la calle. Tal vez el volumen disminuyó un poco, comparado con el pleno día, pero aún así había mucha gente. La gente paseaba, comía y compraba.
La avenída del emperador Qian Men estaba abierta en toda su extensión. Sólo un par de tiendas en las calles laterales ya habían cerrado. Lo caminamos de ida y de vuelta, gracias a la gran cantidad de gente nos sentíamos bastante seguras caminando ahí en la noche. No creo que hubiese hecho lo mismo en Santiago en el paseo Ahumada o algo así.
Y con esto terminó nuestro viaje en Beijing. En la madrugada nos tocaba tomar un avión a Hong Kong.
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