De la salinera de Maras nos llevaron a Ollantaytambo, de donde tomaríamos un tren que nos llevaría a Aguas Calientes. El tren es muy cómodo y tiene techo de vidrio lo que te permite tener una gran vista durante todo el trayecto. Llegamos en la noche a Aguas Calientes, donde fuimos directo al hotel a dormir porque saldríamos temprano a nuestra última actividad. En la mañana bien temprano tomamos un bus para subir a Machu Picchu. Los buses funcionan first come, first serve, así que hay que llegar temprano para no quedan últimos en la cola.
Es posible subir a Machu Picchu a pie si quieren, el trayecto es hermoso, pero creo que el bus es muy buena opción, sobre todo si vienen de 3 días de caminata.
Como llegamos temprano pudimos hacer una larga sesión de fotos con las ruinas prácticamente sin gente. Un agrado. Luego de unas 2 horas ya estaba todo poblado.
Además de pasear por las runas y escuchar la historia de la gente que se cree que vivió acá, es posible realizar una actividad adicional que es subir a la montaña Waynapicchu. La montaña alta que se ve en la primera foto. Para esto hay que pagar adicional y antes de visitar las ruinas porque tienen cupo limitado y te agendan con horarios para subir.
La ruta es bien empinada y el camino bien angosto, a ratos crees que no lo vas a lograr, pero nos demoramos menos de 1 hora en llegar a la cima, muy dignas.
Tuvimos la mala suerte que nos tocó un día muy nublado y podiamos ver las ruinas desde lo alto en ventanas muy cortas de tiempo. De todas maneras, la vista que entrega esta montaña de Machupicchu es increíble y recomiendo que suban si tienen el tiempo y el físico.
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