El desayuno que nos preparó Michel y Sunamy estaba increíble: pan con omelete y jamón (y eso que a mi no me gusta el huevo), tomate, pepino, fruta (papaya, mango), jugo de papaya y un café.
Tomamos un taxi y partimos a la Habana vieja. El sector con mejor arquitectura de la ciudad. Nos encontramos con grandes y lujosos hoteles, la mayoría de la gente prefiere quedarse en este lugar por lo histórico y cultural. Nosotros estábamos en Centro Habana, que a diferencia de la mayoría de los centros de la ciudad, no era la parte más atractiva para los turistas.
Calle obispo |
Caminamos por la calle Obispo, de las calles más populares. Una peatonal que se encuentra en reparación (y que ha estado en reparación hace años al parecer). Nos reunimos con unas personas cubanas que conocimos por couchsurfing para tomar un tour de murales de arte cubano. Era un tour para cubanos por lo que teníamos que pasar desapercibidos, aunque con las cámaras y la pinta que teníamos no se si lo lográbamos. Los murales se encontraban dentro de edificios, por lo que habría sido muy difícil.
La historia de cada mural no la recuerdo, pero me gustaron mucho.
Fuimos a comer algo en un restaurant de la Habana vieja, este era uno para turistas en un barrio muy turista, los precios lo decían todo. Ahí tomamos algo y pedimos algo para picotear y luego seguimos a un restaurant que se ajustara más a nuestro presupuesto. En la búsqueda para el segundo restaurant nos topamos con varios que nos invitaban a pasar ya que ahí se presentaría la banda Buena Vista Social Club. Era curioso que en “todos” tocaba la banda, y la mayoría decía tener al grupo original.
Pasamos a visitar el famoso bar restaurant “El Floridita”, dice ser el lugar originario del trago Daiquiri, o al menos donde se hizo popular ya que el famoso escritor Ernest Hemingway lo tomaba ahí. Para los que no lo conocen es un trago dulce basado en Ron y jugo de limón (también hay versiones con otros jugos de fruta). El lugar estaba repleto de gente, no daban muchas ganas de quedarse ahí y los tragos eran caros. Dicen que en otros bares puedes tomar mejores tragos y a mejor precio.
Almorzamos en el Bar Monserrate, yo me pedí un pescado a la plancha, jesus una langosta y la Caro abundante plato de camarones, todos acompañados por arroz con frijoles negros, papas y ensalada.
Al rato nos reunimos con la Ryoko, mi amiga Japonesa, y su pololo. Nos costó encontrarnos ya que no teníamos una buena forma para comunicarnos. Ellos me enviaron un mail, pero yo no tenía acceso a él, y yo los llamaba por teléfono y les enviaba mensajes, pero ellos no tenían el roaming activado. Al final dejamos algunos recados en el hotel donde se estaban quedando y logramos encontrarnos.
Paseamos por las calles de la Habana Vieja muy entretenida de caminar por calles donde los edificios tenían todos distintos colores pasteles: verde, rosado, naranjo, azul. Vimos una gran y vieja catedral. Llegamos al barrio chino. Si, aunque no lo crean la Habana vieja tiene un barrio chino con un gran portal Chino, pero más allá de eso no vimos mucho más de cosas chinas, a menos que hayamos caminado por el lugar equivocado.
De nuestra últimas paradas del día fue pasar a un centro comercial. Leyó bien. Un centro comercial en un país comunista. Y nos topamos con más de uno a lo largo del viaje. El centro estaba lleno de gente: comiendo, socializando en los pasillos y también en las tiendas, pero había más gente fuera de las tienda que dentro de ellas. Tiendas de calzado, de lámparas, un pequeño supermercado, todo dentro de este centro comercial tipo caracol.
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