sábado, 2 de abril de 2016

¡Azucar! -- La Habana -- día 1

Los mejores compañeros de viaje y yo
La llegada a la Habana superó todas mis expectativas desde el momento en que aterrizamos. El aeropuerto no es pequeño y tiene mangas para todas sus puertas de llegadas/salidas. Yo esperaba bajar por una escalera y caminar al aeropuerto cual aeropuerto regional en Chile, pero este estaba a una altura superior. La arquitectura y los letrero son del pasado, pero no tiene nada que envidiarle a las infraestructuras modernas.

Luego de un par de pasos en la manga, al bajarnos del avión, nos azotó una ola de calor impresionante. Mucha humedad y una temperatura superior a los 30 grados. El interior del aeropuerto tenía algo de aire acondicionado, pero no era para que te sintieras fresco, había que prepararse para un calor intenso.

El aeropuerto tenía muchos puestos de policía internacional y no te preguntan más que cuánto tiempo planeas quedarte en el país. Te cortan la visa para que no la vuelvas a usar y listo. Luego pasas por un detector de metales y rayos X para posteriormente retirar tus maletas en una de las 4 cintas eléctricas que tienen... Nada que envidiar a otros aeropuertos.

La habana vieja

A la salida nos esperaba Michel, la persona que nos estaría alojando junto con su señora en su casa. Muy buena onda. Pasamos a cambiar plata en el mismo aeropuerto. Un cambio de 1.06 CUC por 1 EUR, o 87 CUP por 1 USD. Nos dicen que el cambio del dólar en el aeropuerto no es tan bueno como el del Euro. Mientras esperábamos, el chofer del Taxi, Reinaldo, fue a comprar agua. Nos dijeron que en la Habana hay escasez de agua y es difícil encontrar y te cobran caro. Entre 1 a 2 cuc la botella de medio litro (luego encontramos una de 1,5lts por 2cuc en la ciudad)

Nos advirtieron que llegar a la Habana es como retroceder en el pasado 40 años, y realmente parece así. Entre la arquitectura y los autos que solo ves en las películas, te sientes que estás en otra época. Y bueno, 30 minutos y 25 cuc después, llegamos a la casa de Michel. En un 4to piso, en un edificio angosto con largas escaleras. Michel subió con mi mochila, una maleta y un pack de 12 aguas. Nosotros subimos con nuestra mochila de mano y llegamos con la lengua afuera. No es mucho subir 4 pisos, pero con el calor que hace quedamos como sopa.

El departamento de Michel y Sunamy en el 4to piso de un edificio antiguo

Las piezas estaban perfectas, cada una con su aire acondicionado, pero las ventanas no tenían vidrios solo unas planchas de madera que se abren y cierran como persianas, por lo que se alcanza a colar el calor de afuera y no llegas a sentir frío si no solo un poco de frescura al tener el aire acondicionado prendido.

Descansamos un poco y salimos a recorrer la ciudad y a buscar algo para comer. Llegamos a comer a un restaurant muy cerca del la casa de Michel, conocidos allá como “Paladares”, nombre que hace todo el sentido del mundo. El restaurant se llamaba “La Paila”, muy buena comida y a un precio muy decente para ser un restaurant para turistas. Comimos muy rico: pescado, tostones (plátanos fritos), ropa vieja (plato tradicional cubano, carne mechada de cerdo, muy sabrosa), mojitos y piña colada. 


El malecón
Luego de comer seguimos a la costanera, conocida allá como malecón. Ya estaba oscuro, pero nos dijeron que no debíamos preocuparnos por la seguridad ya que Cuba es muy seguro, pero de todas maneras no ser descuidados. Caminando por la costanera nos topamos con un lugar que parecía que la gente estaba patinando en hielo. ¡¿Qué?! ¿patinaje en hielo en Cuba con 30 grados de calor? nos acercamos y pudimos ver que efectivamente estaban patinando y estaban usando patines de hielo, pero estaban patinando sobre una plancha blanca, sin hielo por supuesto. Quedamos plop, pero se notaba que lo estaban pasando muy bien. Seguimos caminando por la costanera y notamos muchas parejas y mucha gente socializando en la calle, la vida afuera de las casas se ha ido perdiendo en el mundo moderno, pero aquí se vive cada día.
Patinando en La Habana
No dimos más que un par de vueltas y volvimos a dormir, nos espera un gran día.

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